Alguienes de guantes blancos, cuerpos "perfectos", armas, fajos y excrementos uniformes. Tuvieron la hipócrita euforia de nombrar el pliegue de una insignia tricolor como las cinco palabras que definen éste titulo. Cuando se trata de un despliegue de soldados que enarbolan una bandera unicolor que hoy llega al límite infrarrojo... ¡Fin de una Era! como si se tratara del curso de millones de años y no de la marcha de los millones muertos o de importantes procesos geológicos, como si las fosas comunes nutrieran con su descomposición las capas del suelo nacional, cuando son ejecuciones estratégicas y geopolíticas, o evoluciones biológicas, como si los muertos de tantas masacres pasaran de registros civiles a registros fósiles que mutaran en futuros hidrocarburos que siguieran garantizándoles el dominio del mundo, eso esperan conseguir con los cientos de operaciones genocidas, creen que es un acontecimiento importante marcado por un personaje y sus desechos o divisiones de eones, cuando se trata de la fragmentación de nuestra tierra en mandíbulas de leones voraces si la naturaleza me permite. La expresión de la continuidad presidencial a través de la falsificación de esa tela colorida y el discurso torpe de un mandatario, cuando se trata de la estampa en carne y hueso del pasado que no perdona, la transferencia del poder por orden del pueblo, cuando se trata de la misma sucesión de violencia y mentira a esos Quienes representan la élite que defiende grandes monopolios, unidad nacional, cuando se trata de la repartición del país a los Rangers de infanteria ligera o los huéspedes beligerantes que están a ¡cabando! con lo nuestro, la intensificación de la guerra a los alzados en armas, cuando ellos y los otros son los grupos irregulares, impunes, quieren borrar con la inmunidad los falsos positivos, como si la matématica se prestará para la indignidad numérica de los malos que desgarran la historia y se agarran los billetes... ¡Presidente! Qué preside, qué rige, qué gobierna.
¿Qué?
Queda el don de la vida, que la muerte venga de su mano y no de la de estos infames monstruos, que el mal gobierno sea enterrado como lo han hecho con tantos muertos, por y sobre esta tierra se dignen las flores aparecer y crezcan cultivos que sacien a los animales y a nosotros y la memoria revolotee como el cóndor en la larga noche. ¡Y no sucumbios!
¿Qué?
Queda el don de la vida, que la muerte venga de su mano y no de la de estos infames monstruos, que el mal gobierno sea enterrado como lo han hecho con tantos muertos, por y sobre esta tierra se dignen las flores aparecer y crezcan cultivos que sacien a los animales y a nosotros y la memoria revolotee como el cóndor en la larga noche. ¡Y no sucumbios!
Lea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario